La Ciudad de México, una de las urbes más grandes y pobladas del mundo, se enfrenta a un fenómeno particular y constante: los microsismos. Aunque estos movimientos sísmicos son de baja magnitud y no suelen causar daños estructurales significativos, su frecuente ocurrencia y percepción por la población genera preocupación. Para entender este fenómeno, es esencial explorar los factores geológicos y tectónicos que influyen en la sismicidad de la ciudad, así como el papel que juegan los suelos blandos en amplificar el impacto de estos movimientos.
La geología de la Ciudad de México y su vulnerabilidad sísmica
Construida sobre lo que en su momento fue el lago de Texcoco, la Ciudad de México está asentada en suelos blandos que han demostrado ser un factor determinante en la percepción de los movimientos sísmicos. Estos suelos, formados por sedimentos lacustres, actúan como una especie de amplificador del movimiento generado por los sismos. Los temblores, aunque pequeños, se sienten más intensamente en áreas donde estos suelos predominan.
El hundimiento de la ciudad, debido a la extracción de agua subterránea y la compresibilidad del suelo, también genera tensiones en las fallas geológicas de la región, desencadenando microsismos. Este fenómeno, conocido como subsidencia, ha sido un problema histórico para la capital y continúa contribuyendo a su inestabilidad geológica.
Interacción de las placas tectónicas
Aunque la Ciudad de México no se encuentra en el límite directo entre las placas tectónicas de Norteamérica y Cocos, estas interactúan en la región del Pacífico, donde la subducción de la placa de Cocos genera una gran actividad sísmica. Los esfuerzos generados por esta dinámica se extienden hacia el interior del continente, afectando zonas como la capital, lo que ocasiona deformaciones en la corteza terrestre y la aparición de microsismos.
El doctor Víctor Hugo Espíndola Castro, experto en sismología de la UNAM, explica que estas deformaciones son similares a lo que ocurre cuando un lápiz se dobla sin romperse. A pesar de no estar en el límite entre las placas, las fuerzas que estas generan se transmiten hacia áreas cercanas, como la Ciudad de México, provocando movimientos sísmicos menores pero perceptibles.
Los microsismos y la alerta sísmica
A pesar de que estos pequeños temblores son comunes, no activan la alerta sísmica. El sistema de alertamiento sísmico está diseñado para advertir a la población de sismos que puedan representar una amenaza significativa, generalmente aquellos de magnitud 6 o superior. Dado que los microsismos en la Ciudad de México suelen estar por debajo de este umbral, como en el caso de los recientes temblores de magnitud 3.0, la alerta no se activa.
Además, el sistema de alerta está centrado en detectar movimientos sísmicos en la zona de subducción, donde la actividad sísmica es mucho más intensa. La frecuencia de estos microsismos y la razón por la cual no disparan la alerta subraya la importancia de educar a la población sobre las diferencias entre los microsismos y los grandes terremotos, así como sobre la funcionalidad del sistema de alerta.
Riesgos latentes y el futuro de la sismicidad en la Ciudad de México
A pesar de la frecuente ocurrencia de microsismos, no se han identificado nuevas fallas geológicas significativas en la capital tras eventos mayores, como los terremotos de 2017 y 2022. Sin embargo, la ciudad sigue siendo vulnerable debido a su geología y la proximidad a zonas sísmicas activas. Aunque los pequeños movimientos no activan el sistema de alerta, pueden ser un recordatorio constante de que la capital está en una región con riesgo sísmico.
La vigilancia continua por parte de instituciones como el Servicio Sismológico Nacional y la investigación científica son esenciales para mejorar la resiliencia de la Ciudad de México. La comprensión detallada de los microsismos, junto con la adecuada preparación ante sismos de mayor magnitud, es clave para mitigar los riesgos y proteger a la población.
La Ciudad de México, situada en una compleja zona volcánico-tectónica, seguirá experimentando microsismos debido a la interacción de las placas tectónicas y las características de sus suelos blandos. Aunque estos eventos no activan la alerta sísmica, su estudio es fundamental para prever posibles riesgos futuros y mantener a la ciudad mejor preparada para enfrentar los desafíos sísmicos.