Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que no solo celebra los avances en derechos y equidad de género, sino que también invita a reflexionar sobre los retos pendientes. En muchas ciudades, las movilizaciones feministas se han convertido en un símbolo de resistencia y exigencia de justicia, visibilizando las desigualdades estructurales que persisten en la sociedad.
Las marchas como expresión de lucha
Las manifestaciones del 8M han crecido en magnitud y fuerza con el paso del tiempo. Miles de mujeres y personas aliadas se congregan para exigir equidad salarial, erradicación de la violencia de género y mayor representación política. En México, por ejemplo, la movilización suele partir de distintos puntos estratégicos de la Ciudad de México, convergiendo en el Zócalo capitalino, donde se realizan discursos, performances y acciones políticas.
Si bien la mayoría de las marchas se llevan a cabo de manera pacífica, en los últimos años algunas expresiones han tomado un carácter más radical, como pintas en edificios o bloqueos, reflejando la frustración de muchas mujeres ante la falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades.
Prepararse para la movilización
Para quienes participan por primera vez en una marcha, es recomendable asistir acompañadas, llevar ropa y calzado cómodo, hidratarse y tener un contacto de emergencia. Existen colectivos que brindan apoyo y acompañamiento a mujeres primerizas en este tipo de manifestaciones, reforzando la sororidad y el sentido de comunidad.
Un llamado a la acción permanente
El 8 de marzo no es una celebración, sino un recordatorio de la lucha constante por la igualdad de género. Si bien se han logrado avances en materia de derechos, la violencia de género, la brecha salarial y la subrepresentación política de las mujeres siguen siendo problemas vigentes. Es fundamental que esta fecha no se reduzca a un solo día de movilización, sino que impulse acciones concretas a lo largo del año para construir sociedades más equitativas.
Las luchas históricas han permitido conquistar derechos, pero la lucha continúa. El llamado es claro: transformar la indignación en acción y seguir avanzando hacia un futuro en el que la equidad de género sea una realidad para todas y todos.