Los científicos han logrado determinar una fecha aproximada para el fin del Sistema Solar. Este evento catastrófico está ligado a la evolución natural del Sol, nuestra estrella, y su inevitable transformación en una gigante roja antes de convertirse en una enana blanca. Según los últimos estudios, el Sol agotará su suministro de hidrógeno en aproximadamente 5 mil millones de años, iniciando una serie de cambios que culminarán con la destrucción de la mayor parte de los planetas del Sistema Solar.
Cuando el Sol se quede sin hidrógeno, comenzará a fusionar helio, lo que provocará su expansión hasta convertirse en una gigante roja. En esta fase, el Sol se hinchará hasta alcanzar aproximadamente la órbita de Marte, engullendo y destruyendo a los planetas interiores, incluyendo a la Tierra. Este proceso de expansión durará alrededor de 1 mil millones de años.
Eventualmente, el Sol perderá sus capas exteriores, formando una nebulosa planetaria, y dejará atrás un núcleo denso y caliente conocido como enana blanca. Esta enana blanca se enfriará lentamente durante miles de millones de años. Sin embargo, la influencia gravitacional y los intensos vientos estelares de las fases previas habrán desestabilizado las órbitas de los planetas restantes, llevando posiblemente a su expulsión del Sistema Solar.
Estos eventos, aunque distantes, subrayan la naturaleza dinámica y a largo plazo de los procesos estelares. Los astrónomos y físicos continúan investigando para comprender mejor estos fenómenos, utilizando modelos de evolución estelar y observaciones de estrellas similares al Sol en diversas etapas de su ciclo de vida.
Este conocimiento no solo nos proporciona una visión del futuro lejano de nuestro Sistema Solar, sino que también ayuda a entender mejor la vida y muerte de estrellas en el universo, y cómo estos eventos afectan la formación y destrucción de sistemas planetarios.