La transición energética es un reto global, y México no es la excepción. Con su enorme potencial en energías renovables, el país se presentó como un candidato ideal para el desarrollo del hidrógeno verde, una tecnología que promete ser la solución a la descarbonización. Sin embargo, lo que parecía un sueño de energía limpia y sostenible ha chocado con la dura realidad: la falta de demanda, infraestructura y regulación han frenado su avance.
El gran anhelo del hidrógeno verde
Cuando inició el mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum, una de sus principales apuestas fue la transición hacia energías limpias. Se anunció una inversión de 10 mil millones de dólares en el desarrollo de tecnologías como el hidrógeno verde y el litio, con la esperanza de convertir a México en un líder en energía sustentable.
No obstante, la realidad fue distinta. A pesar de los recursos destinados, la demanda para este tipo de energía no ha crecido como se esperaba. Según la Asociación Mexicana de Hidrógeno y Movilidad Sostenible (AMH2), actualmente existen 24 proyectos en el país, incluyendo iniciativas privadas y un piloto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pero ninguno ha logrado consolidarse a gran escala.
Las barreras que frenan el desarrollo
El problema radica en varios factores clave. Primero, sin un mercado estable y sin demanda asegurada, las inversiones privadas son limitadas. Además, la falta de infraestructura para producir, distribuir y almacenar el hidrógeno verde encarece su adopción. A diferencia de países europeos que ya han implementado con éxito esta tecnología, en México todavía falta un marco regulatorio que la impulse de manera efectiva.
El proyecto piloto de la CFE en Sonora es un ejemplo de los obstáculos. Con una inversión de 2.8 millones de dólares y una capacidad de 20 MW, busca mezclar hidrógeno con gas natural en centrales eléctricas existentes. Aunque la iniciativa es prometedora, aún está lejos de ser una solución viable a gran escala.
¿Qué se necesita para que el hidrógeno sea una realidad en México?
El potencial del hidrogeno verde en el país es innegable. Estados como Oaxaca, Campeche, Guanajuato y Baja California podrían liderar la producción de esta energía. Sin embargo, el reto es crear un ambiente favorable para su desarrollo, lo que implica:
- Generar demanda: Sin un mercado estable, las inversiones en hidrogeno seguirán siendo riesgosas.
- Invertir en infraestructura: Se requieren plantas de electrólisis, redes de distribución y almacenamiento.
- Regulación clara: Se necesita un marco jurídico que brinde certidumbre a los inversionistas.
- Impulso gubernamental: Políticas públicas que incentiven su adopción a través de subsidios y apoyos fiscales.
El hidrogeno verde en México sigue siendo un sueño que no se ha materializado. La apuesta de 10 mil millones de dólares ha encontrado más desafíos que avances, dejando en claro que la transición energética no es solo una cuestión de inversión, sino de planeación, regulación y voluntad política. Si México logra superar estos obstáculos, podría posicionarse como un referente en energías limpias. Pero, por ahora, el camino hacia un futuro sustentable sigue siendo incierto.