Conforme ha aumentado la contaminación en el mundo, diferentes organismos e instituciones destacan la necesidad política más estricta para la gestión de plásticos y la protección y cuidado de los ecosistemas.
Miles de pellets de plástico han llegado a las playas gallegas y asturianas, desde el pasado 8 de diciembre, contenedores al mar desde el buque Toconao a unos 80 kilómetros al oeste de Viana do Castelo, Portugal.
Tras el presunto derrame ha desencadenado la activación de un plan de contingencias por parte de la Xunta de Galicia y los gobiernos de Asturias, Cantabria e incluso el País Vasco.
La existencia de estos gránulos en el medio ambiente, especialmente en mares y océanos, es producto de preocupación debido a que, al ser confundidos fácilmente con alimento por peces y aves, causan problemas gástricos, incluso la muerte en estos animales, afectando asimismo las cadenas tróficas y la seguridad alimentaria humana. Los desechos plásticos en el mar suelen descomponerse en microplásticos, que según expertos, absorben otros contaminantes marinos convirtiéndolos en aún más peligrosos con el tiempo.
Pese a que Ángeles Vázquez, vicepresidenta primera y conselleira de Medio Ambiente, cabe destacar que los pellets vertidos no son tóxicos ni peligrosos y se ha descartado elevar el nivel de emergencia, organizaciones ecologistas discrepan y resaltan la importancia del evento e instan a una acción más firme por parte de las autoridades. Esta disputa de criterios pone en relieve la complejidad de determinar el nivel de toxicidad y el impacto real de los pellets de plástico en el medio ambiente.