El reciente estudio del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicado en The Lancet, nos presenta un panorama inquietante: el mundo enfrenta una drástica disminución en el número de nacimientos que podría alterar profundamente el funcionamiento de las sociedades. Este fenómeno, que se estima reducirá la población en la mayoría de los países para fines de este siglo, podría traer consigo transformaciones económicas y sociales sin precedentes.
Un mundo con menos habitantes
Los datos son claros: se espera que la población mundial alcance su máximo en 2064 con 9.700 millones de personas, pero para 2100 descenderá a menos de 8.800 millones. Lo que resulta más preocupante es que, en países como Japón, España, Italia y Corea del Sur, la reducción de la población será aún más severa, llegando a caer hasta la mitad. Esta disminución está vinculada a la baja en la tasa de fertilidad, que actualmente se encuentra por debajo del nivel necesario para mantener la población estable. Mientras que en 1950 las mujeres tenían un promedio de 4,7 hijos, se proyecta que para 2100 ese número se reducirá a 1,7.
¿Qué está impulsando esta caída?
Contrario a lo que podría pensarse, esta caída en la tasa de fertilidad no está relacionada con problemas biológicos, sino más bien con factores sociales y económicos. Las mujeres hoy en día tienen más acceso a la educación, al empleo y a métodos anticonceptivos, lo que les permite planificar mejor sus familias y optar por tener menos hijos. Esta tendencia, si bien es un reflejo del progreso en la autonomía femenina, plantea serios desafíos para las sociedades, especialmente en términos de envejecimiento de la población.
Una pirámide demográfica invertida
Uno de los mayores problemas que conlleva esta disminución es el envejecimiento de la población. Para 2100, habrá casi tantas personas mayores de 80 años como niños menores de cinco. Esta inversión de la pirámide demográfica presenta desafíos enormes. ¿Quién se encargará de cuidar a los ancianos? ¿Cómo se sostendrán los sistemas de pensiones y atención médica cuando la población económicamente activa sea cada vez menor?
Las posibles soluciones y sus limitaciones
Diversos países han intentado mitigar la caída en la natalidad a través de políticas que incentiven a las familias a tener más hijos, como permisos de paternidad más largos, subsidios a la maternidad o guarderías gratuitas. Sin embargo, estos esfuerzos no siempre han tenido el impacto deseado. Aunque Suiza logró aumentar su tasa de fertilidad ligeramente, otros países, como Singapur, siguen luchando con índices extremadamente bajos.
La inmigración también ha sido vista como una solución temporal para compensar la caída de la natalidad, pero el estudio advierte que esta estrategia no será sostenible a largo plazo, ya que casi todos los países estarán afectados por la reducción de su población. En un futuro, se prevé que habrá una competencia global por atraer migrantes, algo que complicará aún más la situación.
El futuro de África y el cambio en la dinámica global
Mientras que en la mayoría de los países la población disminuirá, África subsahariana es la gran excepción. Se estima que la población de esta región se triplicará para 2100, y Nigeria se convertirá en el segundo país más poblado del mundo. Esto no solo tendrá implicaciones demográficas, sino que también podría redefinir las dinámicas geopolíticas y económicas a nivel global. La creciente presencia de personas de ascendencia africana en todo el mundo podría agudizar los debates sobre el racismo y la integración cultural en muchas naciones.
El mundo está entrando en una nueva era demográfica. La caída de la natalidad y el envejecimiento de la población son retos que, si no se abordan adecuadamente, podrían tener consecuencias devastadoras para las economías y las estructuras sociales. A medida que se agraven estos problemas, será crucial que los gobiernos y las sociedades en su conjunto reevalúen sus políticas y adapten sus sistemas para un futuro en el que habrá menos jóvenes y más personas mayores. Sin embargo, cualquier solución que se implemente debe equilibrarse con el respeto a los derechos reproductivos de las mujeres y la promoción de su bienestar.